Es una consecuencia de la nueva ley de migraciones. "Es un riesgo calculado", sostienen los disidentes.
Se trata de un riesgo calculado que puede convertir a los disidentes en embajadores del cambio en este país comunista, al facilitarles la aceptación de premios en el exterior y al despejarles el camino para que formulen críticas al gobierno cubano ante parlamentos extranjeros.