Candice Armstrong, de 28 años, quería ser fisicoculturista. Pero eligió el camino rápido y sufre consecuencias terribles.
Quien solía ser una pequeña rubia se convirtió en poco tiempo en un fortachón capaz de intimidar hasta a los varones más musculosos. Su cuerpo comenzó a cambiar con la ingesta de esteroides y a levantar pesas de forma frenética. Tras el entusiasmo inicial que le generó ver lo rápido que le crecieron los bíceps, la felicidad comenzó a tornarse preocupación al ver que su fisiología sufría otras alteraciones.

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