Cerca de cumplir los 36 años, Félix Sánchez sabe que el final de su carrera en el atletismo está muy cerca.
El dominicano protagonizó uno de los momentos más emotivos de los Juegos Olímpicos de Londres del año pasado, cuando ganó contundentemente la medalla de oro en los 400 metros de vallas, una década después de haberlo hecho en Atenas 2004. Al cruzar la meta, sacó una foto de su abuela materna Lilián Peña —quien se encargó de criarlo— y que había fallecido cuatro años antes, la colocó sobre la pista, se arrodilló y la besó. Cuando nadie lo tomaba en cuenta, dado por acabado, Sánchez se había convertido en el campeón olímpico más longevo de los 400 con vallas.
El dominicano protagonizó uno de los momentos más emotivos de los Juegos Olímpicos de Londres del año pasado, cuando ganó contundentemente la medalla de oro en los 400 metros de vallas, una década después de haberlo hecho en Atenas 2004. Al cruzar la meta, sacó una foto de su abuela materna Lilián Peña —quien se encargó de criarlo— y que había fallecido cuatro años antes, la colocó sobre la pista, se arrodilló y la besó. Cuando nadie lo tomaba en cuenta, dado por acabado, Sánchez se había convertido en el campeón olímpico más longevo de los 400 con vallas.
