En Cánoves y Samalús, un pueblo de la provincia de Barcelona, Dani Baró construyó un búnker antizombis con paredes de tres metros.
puertas de 300 kilos, zonas de cuarentena para los que hayan sido mordidos y un perimetro de varillas afiladas para ensartar los cráneos de los zombis que intenten entrar, entre otras medidas de seguridad.
puertas de 300 kilos, zonas de cuarentena para los que hayan sido mordidos y un perimetro de varillas afiladas para ensartar los cráneos de los zombis que intenten entrar, entre otras medidas de seguridad.