Desde hace cinco años Aracelis Batista ha tenido que mantener sola a sus dos hijos y a sus padres. La familia ha llegado a ser su responsabilidad.
Desde hace cinco años Aracelis Batista ha tenido que mantener sola a sus dos hijos y a sus padres. La familia ha llegado a ser su responsabilidad, pero también el motivo por el que logra levantarse cada mañana y abrir su puesto de venta de gafas en el kilómetro nueve de la autopista Duarte. La falta de marido no la detiene, le da fuerzas.
El trabajo de la calle es duro, pero al final del día tiene sus recompensas. En ocasiones los rayos del sol parecen atacarla sin piedad, pero ella resiste de pie, allí, en el puesto de gafas que su padre tuvo que abandonar cuando se enfermó. Aracelis es de esas mujeres que no se amedrentan ante la adversidad y con esfuerzo luchan por sobrevivir, con la esperanza de que los suyos alcancen mejores condiciones de vida. Por ello no deja de enviar todos los días a la escuela a sus dos hijos de 15 y dos años.
Ellos son su principal inspiración, el origen de su fortaleza. “Después que uno tiene hijos hace de todo, menos lo mal hecho”, afirma con cierta resignación. “He intentado buscar otro trabajo, pero el sueldo mínimo no da para mantenerse. Aquí, aunque sea, uno consigue la comida diariamente”, agrega.Ver más>>
Desde hace cinco años Aracelis Batista ha tenido que mantener sola a sus dos hijos y a sus padres. La familia ha llegado a ser su responsabilidad, pero también el motivo por el que logra levantarse cada mañana y abrir su puesto de venta de gafas en el kilómetro nueve de la autopista Duarte. La falta de marido no la detiene, le da fuerzas.
El trabajo de la calle es duro, pero al final del día tiene sus recompensas. En ocasiones los rayos del sol parecen atacarla sin piedad, pero ella resiste de pie, allí, en el puesto de gafas que su padre tuvo que abandonar cuando se enfermó. Aracelis es de esas mujeres que no se amedrentan ante la adversidad y con esfuerzo luchan por sobrevivir, con la esperanza de que los suyos alcancen mejores condiciones de vida. Por ello no deja de enviar todos los días a la escuela a sus dos hijos de 15 y dos años.
Ellos son su principal inspiración, el origen de su fortaleza. “Después que uno tiene hijos hace de todo, menos lo mal hecho”, afirma con cierta resignación. “He intentado buscar otro trabajo, pero el sueldo mínimo no da para mantenerse. Aquí, aunque sea, uno consigue la comida diariamente”, agrega.Ver más>>
