No existen comidas mágicas que nos vuelvan más tontos o más inteligentes, pero sí podemos favorecer la actividad de nuestras neuronas.
"Alimenta tu cabeza”, ordenaba el himno hippy de los sesenta White rabbit.
Seguramente, el grupo que lo cantaba, Jefferson Airplane, no se refería a los alimentos convencionales, sino a otro tipo de sustancias, pero el lema sigue valiendo para todos los que quieran mejorar su rendimiento mental. Como en los demás órganos del cuerpo, la dieta influye en el funcionamiento de nuestro cerebro, y aunque no existan comidas mágicas que nos vuelvan más tontos o más inteligentes, sí podemos favorecer la actividad de nuestras neuronas con determinados ingredientes.
A pesar de que el cerebro solo supone un 2% de nuestro peso, gasta aproximadamente un 20% de las calorías que nos metemos en el cuerpo. Es un gran consumidor de glucosa y le gusta que los niveles de este azúcar se mantengan estables: que no bajen demasiado por el ayuno y le dejen sin energía, pero que tampoco suban excesivamente y acaben causando daños a largo plazo. Por eso, algunos nutricionistas recomiendan comer con más frecuencia, pero en menor cantidad, y, sobre todo, apostar por alimentos que produzcan glucosa de una forma lenta y progresiva una vez ingeridos.
Es decir, verduras, frutas, legumbres, cereales integrales y otros alimentos ricos en fibra e hidratos de carbono complejos. Se trata de productos que, al contrario que los azúcares y las harinas refinadas típicas de los dulces o los refrescos, también favorecen una sensación más prolongada de saciedad, por lo que si los consumimos ayudamos a la vez al cuerpo y a la cabeza.