Decenas de ecuatorianos acampan frente a un banco exigiendo que se condonen sus deudas antes de regresar a su país.Ver más>>
Buscando un futuro mejor, Jorge Herrera vendió su pequeño negocio en Quito y hace 20 años emigró a la España del boom económico. Ahora, víctima de la crisis, se encuentra sin trabajo, al borde del desahucio y deseoso, como muchos latinoamericanos, de volver a su país. "Somos gente de otro país que vinimos aquí a vivir un sueño, a buscar otra vida mejor y lo que nos hemos encontrado son sueños frustrados", afirma este ecuatoriano de 41 años, que junto a otros inmigrantes acampa frente a un banco madrileño para reclamar "una solución a esta pesadilla".
Protegiéndose del frío con mantas y gruesos abrigos, desde hace más de dos semanas hacen turnos para ocupar esta pequeña porción de calle, donde pasan las horas charlando o jugando al dominó, determinados a quedarse hasta que los libren de una deuda que los ata al país. Con un crédito de 120.000 euros (unos 153.000 dólares), Jorge compró un apartamento en Madrid en 2003.
"Entonces España era otro mundo, había muchas oportunidades, yo trabajaba en la hostelería y no dejaban de llamarme, tenía unos ingresos buenos y estábamos muy bien", recuerda. Pero en 2008 estalló la burbuja inmobiliaria y desde entonces el desempleo no dejó de crecer: en septiembre afectaba al 25% de los trabajadores, pero a cerca del 40% de los inmigrantes.
"Una vez que te quedas desempleado no es que no quieras pagar al banco, es que necesitas el dinero para comer", afirma Jorge, que tiene esposa y dos hijos.
Tras ocho meses sin reembolsar el préstamo, ahora están al borde del desalojo y con el peso de una deuda que, según la legislación española, los bancos pueden seguir exigiendo incluso después de confiscar la vivienda.
"Nuestros dirigentes tienen que hacer algo", afirma, confiando en que la cumbre iberoamericana de Cádiz, que viernes y sábado reunirá a líderes de una veintena de países, permita buscar soluciones. El problema de los desahucios, que desde 2008 dejó a 350.000 personas sin hogar, es el efecto más dramático de la crisis española, provocando incluso varios suicidios.
Para remediarlo, gobierno y oposición comenzarán a negociar este lunes una moratoria, a la espera de la cual una primera entidad bancaria ya decidió congelar todas las expulsiones. Pero aunque el problema afecta a españoles y extranjeros por igual, éstos son más vulnerables, lamenta Manuel Arboleda, ecuatoriano de 50 años. "Los inmigrantes estamos solos, si te echan de casa no tienes familia que te acoja, lo único que tienes aquí son amigos que están en la misma situación o peor que tú", afirma, frotándose las manos para entrar en calor.
La situación se ve agravada con las políticas de austeridad, añade su compatriota Alexandra Mosquera, de 44 años, recordando que "ahora, cuando pierdes el trabajo, pierdes también la tarjeta sanitaria" que hasta septiembre permitía a los 'sin papeles' utilizar gratuitamente los servicios de salud. Frente a todo esto, muchos se plantean regresar a su tierra. "Si nos desalojan nos tendremos que ir porque el dinero que entraría en casa no bastaría para sustentarnos a todos", afirma Nadia Díaz, madre de dos muchachos de 10 y 12 años, originaria de Guayaquil. "Pero antes de irnos queremos subsanar el problema y no quedarnos con una deuda que te hace dormir intranquilo", afirma. También Herrera quiere regularizar su situación antes de dejar al país.
Por eso se sumó a esta protesta, que reclama, entre otras medidas, que se condonen las deudas hipotecarias.
"El motivo de la protesta es ése ahora mismo, dejar solucionada tu vida, no dejar una deuda en España, sobre todo pensando en el futuro, en si un día tus hijos quieren volver, y poder retornar a tu país para empezar una nueva vida", afirma este hombre que tuvo una pequeña empresa de alquiler de vídeos en Quito. Con 306.380 personas en 2011, la ecuatoriana es la mayor comunidad de latinoamericanos en España, por delante de colombianos (244.670 personas en 2011) y bolivianos (184.706), según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Pero tras el estallido de la crisis su número empezó a decrecer, llegando a caer un 15,1% el año pasado. Según un sondeo divulgado a finales de octubre por la ecuatoriana Secretaría Nacional de Migración en Madrid, un 70% de los ecuatorianos residentes en España quiere regresar a su país. Y no son los únicos: tras vivir un auge que hizo pasar el número de inmigrantes de 500.000 en 1996 a unos cinco millones en 2006, España registró en 2011 una caída del 0,7% en el número de extranjeros, la primera desde que el INE inició la estadística en 1998.
Buscando un futuro mejor, Jorge Herrera vendió su pequeño negocio en Quito y hace 20 años emigró a la España del boom económico. Ahora, víctima de la crisis, se encuentra sin trabajo, al borde del desahucio y deseoso, como muchos latinoamericanos, de volver a su país. "Somos gente de otro país que vinimos aquí a vivir un sueño, a buscar otra vida mejor y lo que nos hemos encontrado son sueños frustrados", afirma este ecuatoriano de 41 años, que junto a otros inmigrantes acampa frente a un banco madrileño para reclamar "una solución a esta pesadilla".
Protegiéndose del frío con mantas y gruesos abrigos, desde hace más de dos semanas hacen turnos para ocupar esta pequeña porción de calle, donde pasan las horas charlando o jugando al dominó, determinados a quedarse hasta que los libren de una deuda que los ata al país. Con un crédito de 120.000 euros (unos 153.000 dólares), Jorge compró un apartamento en Madrid en 2003.
"Entonces España era otro mundo, había muchas oportunidades, yo trabajaba en la hostelería y no dejaban de llamarme, tenía unos ingresos buenos y estábamos muy bien", recuerda. Pero en 2008 estalló la burbuja inmobiliaria y desde entonces el desempleo no dejó de crecer: en septiembre afectaba al 25% de los trabajadores, pero a cerca del 40% de los inmigrantes.
"Una vez que te quedas desempleado no es que no quieras pagar al banco, es que necesitas el dinero para comer", afirma Jorge, que tiene esposa y dos hijos.
Tras ocho meses sin reembolsar el préstamo, ahora están al borde del desalojo y con el peso de una deuda que, según la legislación española, los bancos pueden seguir exigiendo incluso después de confiscar la vivienda.
"Nuestros dirigentes tienen que hacer algo", afirma, confiando en que la cumbre iberoamericana de Cádiz, que viernes y sábado reunirá a líderes de una veintena de países, permita buscar soluciones. El problema de los desahucios, que desde 2008 dejó a 350.000 personas sin hogar, es el efecto más dramático de la crisis española, provocando incluso varios suicidios.
Para remediarlo, gobierno y oposición comenzarán a negociar este lunes una moratoria, a la espera de la cual una primera entidad bancaria ya decidió congelar todas las expulsiones. Pero aunque el problema afecta a españoles y extranjeros por igual, éstos son más vulnerables, lamenta Manuel Arboleda, ecuatoriano de 50 años. "Los inmigrantes estamos solos, si te echan de casa no tienes familia que te acoja, lo único que tienes aquí son amigos que están en la misma situación o peor que tú", afirma, frotándose las manos para entrar en calor.
La situación se ve agravada con las políticas de austeridad, añade su compatriota Alexandra Mosquera, de 44 años, recordando que "ahora, cuando pierdes el trabajo, pierdes también la tarjeta sanitaria" que hasta septiembre permitía a los 'sin papeles' utilizar gratuitamente los servicios de salud. Frente a todo esto, muchos se plantean regresar a su tierra. "Si nos desalojan nos tendremos que ir porque el dinero que entraría en casa no bastaría para sustentarnos a todos", afirma Nadia Díaz, madre de dos muchachos de 10 y 12 años, originaria de Guayaquil. "Pero antes de irnos queremos subsanar el problema y no quedarnos con una deuda que te hace dormir intranquilo", afirma. También Herrera quiere regularizar su situación antes de dejar al país.
Por eso se sumó a esta protesta, que reclama, entre otras medidas, que se condonen las deudas hipotecarias.
"El motivo de la protesta es ése ahora mismo, dejar solucionada tu vida, no dejar una deuda en España, sobre todo pensando en el futuro, en si un día tus hijos quieren volver, y poder retornar a tu país para empezar una nueva vida", afirma este hombre que tuvo una pequeña empresa de alquiler de vídeos en Quito. Con 306.380 personas en 2011, la ecuatoriana es la mayor comunidad de latinoamericanos en España, por delante de colombianos (244.670 personas en 2011) y bolivianos (184.706), según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Pero tras el estallido de la crisis su número empezó a decrecer, llegando a caer un 15,1% el año pasado. Según un sondeo divulgado a finales de octubre por la ecuatoriana Secretaría Nacional de Migración en Madrid, un 70% de los ecuatorianos residentes en España quiere regresar a su país. Y no son los únicos: tras vivir un auge que hizo pasar el número de inmigrantes de 500.000 en 1996 a unos cinco millones en 2006, España registró en 2011 una caída del 0,7% en el número de extranjeros, la primera desde que el INE inició la estadística en 1998.
